Capítulo VI - "EL PRIMERO DEL DÍA"

EL CASO "IVONNE"

CAPÍTULO VI

"EL PRIMERO DEL DÍA"

...Por la tarde en “La Fachina”, el pub de los hermanos Lerona; Diego espera la llegada de Dolores, su exmujer y nueva directora de "EL PRIMERO DEL DIA".

Quien no tarda en aparecer por la puerta; con su nuevo cargo, ha cambiado su manera de vestir, pasándose a una moda más tradicional y propia de los ejecutivos, Ese día lleva un traje azul marino de falda y chaqueta abierta, completado con una blusa también azul, pero celeste. Además también ha cambiado de “look”, cortándose el pelo bastante corto y se lo ha teñido de rubio.

La “nueva” Dolores, de un golpe de vista, localiza a Diego al fondo de la barra y se acerca a él:

—¿Qué, ya le estas pegando? —En el fondo se preocupa por su salud— ¿Tú no cambias verdad?

—¡Joder Dolores, sigues tan romántica como siempre!.. ¿Qué quieres tomar?

—¡Un agua, sin gas!

—¡”Jota”, ponle un agua a Dolores!

—¡Desde luego tienes unos cojones!... Hace un mes que me han nombrado directora, y aun no has venido a verme al periódico, nuestro único contacto ha sido por teléfono.

—¡No te enfades!, tú me conoces, ando siempre liado, un día de estos vendré. ¿¡Vale!?

—¡Bueno cuenta...! ¿Cómo te ha ido en Salamanca? —refiriéndose al último viaje de Diego y su exsocio, el informático “Bait”. ¿Te entrevistaste con el "abuelete"?

—¡Cojonudo! El hombre es una persona muy culta, y además tiene la mente muy despierta. Me contó todo lo que le paso cuando vivía en su casa de la isla. ¡Y si…!, es cierto que cuando estaba en la clínica “Domingo”, la del doctor Mirinda, intentaron ponerle una inyección o al menos es lo que a él le pareció, fue entonces cuando tuvo una inusual reacción y le pegó un golpe con su puño al enfermero, después cogió una banqueta y se la estampó en la espalda, el sanitario salió de la habitación "cagando leches". El viejo se vistió como pudo y se largó de la clínica; y sin pensárselo, con el poco dinero que tenía, compro un billete de avión y se vino a vivir a casa de un amigo de la "mili", en Salamanca.

—¿Y no regresó a su casa con los que le cuidaban?

—¡Por supuesto que no!, también me dijo que el matrimonio que le cuidaba le hacían la vida imposible, prácticamente lo tenían a "pan y agua", y secuestrado en su propia casa, ¡cualquiera vuelve con ellos!

En definitiva, todo confirma que si existe una especie de complot tramado por un grupo de personas, para adueñarse con “malas artes”, de la fortuna de ancianos.

Si bien no tengo claro que todo esto esté organizado por el propio Mirinda, tengo que profundizar mucho más, ¡algo no me cuadra! Todo indica que desde la misma clínica se le facilitan a estos cuidadores a los ancianos, pero la cosa puede acabar aquí y nada más; y que haya alguien más, que sea el que luego da las instrucciones a los cuidadores, para que al final empeore su salud y se vayan con “San Pedro”. Esto claro, después de haberse quedado con sus bienes.

—Por lo que me estas diciendo, coincido contigo… Hemos de investigar mucho más antes de publicar este caso… Digamos que tenemos claro ya que los asistentes de los “viejecitos” están conectados o provienen del mismo sitio, ¿es así?

—¡Esto casi sí, pero con algunas excepciones!; Mirinda utiliza a un grupo de matrimonios, que ha metido en este negocio, y que precisamente son los que envía a las casas de estas personas que cumplen con un perfil… gente mayor, solitaria y sin familia, y lo más importante, con mucho, mucho dinero en propiedades y joyas.

—¡Pero mira Diego! Este “perfil” de persona lo reúnen muchísimos ancianos; y sin quererte influenciar en tu investigación, es bastante lógico y habitual, que sean los propios facultativos de las clínicas, quienes envíen a profesionales o personas dispuestas a realizar este trabajo, que por cierto, es un trabajo muy desagradable. A nadie le gusta quitar la mierda de otros…, y menos aguantar las “neuras” de un anciano. Y por otra parte… ¿Cómo lo hacen para mandarlos al otro barrio? 

—Estos cuidadores siguen un pensado y estudiado método —Diego tiene la costumbre cuando está con su “Ex”, de explicarlo todo al detalle, repitiendo en exceso hasta cosas que ya ha dicho anteriormente—, primero los aíslan de sus vecinos y amigos, y luego les dan mala vida, para que se mueran pronto. Pero antes, con un notario que también está implicado en este "tinglado", aunque esto aún no lo he podido confirmar; donan los bienes a alguno de ellos, que de momento desconozco quien o quienes han sido en cada uno de los casos; aún no he podido “tirar del hilo…”, para saberlo.

—Pues por lo que parece, y no te lo tomes a mal, tú teoría puede ser buena, pero aún tenemos muchas lagunas; quizás estás demasiado obcecado en que todo esto lo maneja el doctor Mirinda… Deberías darle un poco más de “chance” (oportunidad) al hombre, antes de darlo por hecho.

—¡Posiblemente…!, pero es que estoy tan seguro de que está manejando este tinglado, que no veo a nadie más detrás del asunto. Ahora me hace falta hablar con una de las parejas de cuidadores, e intentar por las buenas que me "canten" todo lo que sepan y, de qué manera han participado. ¡Tras lo que espero tenerlo todo más claro! Aunque seguiré tu consejo, ¡como siempre…! 

—¡Diego, te felicito! ¡Pero debes de tener cuidado, que no haya ninguna "filtración"! ¿Continuas diciéndole a tus conocidos, que sólo estas investigando lo de los traspasos del “Realeño”?

—¡Sí!, ¡lo digo y lo practico!, no le digo la verdad… ni a mis mejores amigos. Además, te diré que, curiosamente también vive allí, en Salamanca, el antiguo entrenador, con él también me entrevisté sobre este otro asunto, y me dio fotocopias de las transferencias; los pagos los hizo el Presidente del SALMANTINO, ya sabes Jesús Calzada, el dueño de la compañía de aviación AIR INTERMONDIAL, que además es íntimo amigo del doctor Mirinda.

—¿Y cuánto ganó en la operación de traspaso de los jugadores? —pregunta Dolores.

—Cuatro millones, se los pagó en dos transferencias de dos millones cada una. Más los cinco millones que fueron los oficiales.

—Y el jodido tío del Mirinda, nos hizo creer a todos los medios, que los había traspasado por solo los cinco en blanco, a todos nos extrañó una cantidad tan baja por un jugador de su categoría.

—Pues ya ves, en verdad al traspaso hay que sumar este dinero que se metió en sus bolsillos, si bien; yo lo confirmaría con más documentos antes de publicar la noticia… ¡No me acabo de fiar del tal Calzada!

—¡Bueno!, ahora déjame a mí, comprobaré la veracidad de las fotocopias e intentaremos averiguar dónde ha colocado Mirinda los millones de más del traspaso. ¡Y no me des consejos, que la directora soy yo!, ¡que te conozco bacalao!

—Indaga por la BANCA LAR, que es la que le apretaba con los préstamos vencidos.

—¡Si es que no lo puedes evitar!... ¡Pero sí!, ¡no es mala idea, miraré por ahí!

—Recuerda que me prometiste que el reportaje lo acabaría y firmaría yo.

—¡Si Diego, no se me olvida! ¡Pero tú, ten mucho cuidado con Mirinda! Si sospecha que sabes lo de los viejos; que según tú, se supone está matando en su clínica para quedarse el dinero... ¡Te mandará liquidar!

—¡Lo supongo!, pero toda esta investigación sólo la conoces tú, ni siquiera Javier Ponce, el de los juzgados, sabe toda la verdad, solo conoce el asunto de los traspasos de los jugadores, de lo que además "mata viejos"… ¡Se supone…!, ¡no sabe nada de nada!

—¿Tú en qué coño andas aparte de esto? ¡Además, ¡que rollo te traes tú con tu amigo Ponce?, que yo sepa… él sólo es un mero agente judicial.

—Tengo dos reportajes más en marcha, uno sobre un cadáver de una mujer que encontró Javier Ponce en la calle San Bernardo, ¿lo recuerdas?

—¡Sí!, nosotros publicamos la noticia, una reseña en la sección de sucesos, fue Anastasia, la del juzgado, quien me dio todos los datos.

—Pues la mujer ha resultado ser un travesti.

—¡Eso hoy en día no tiene nada de especial! Aunque mi instinto me dice que… si tú estás interesado en ella… ¡algo más hay en su muerte! ¿Por qué no me escribes algo para publicarlo ya?

—¡No aún no, espera a que tenga más información!

Y el otro reportaje ya lo conoces, por cierto parece no importarte que lleve tanto tiempo detrás de ello...

—¡Sinceramente Diego, no sé de qué se trata…!, como tú eres un liante y siempre me lías… ¿Te agradecería que me recordaras de qué se trata? —Haciéndose la atolondrada y desinteresada, aunque sabe perfectamente de que se trata.

—Si te pones así, te lo recordaré…, creo que por fin he logrado reunir información suficiente para inculpar a Colón, el de las discotecas. Está esperando recibir un fuerte envío procedente de Sudamérica, ahora las compras de cocaína las van a hacer tipo “cooperativa”… para que les salga más barata. ¡A ver si de una puta vez lo enchironan! ¡Mira que le tengo manía a este prepotente!  Lo que me jode es que posiblemente también está metido Trinarejos, y no me digas “por qué”, pero en el fondo le tengo un poco de aprecio a este cabroncete, y me veo que todo esto se les va a escapar de las manos, y les vaya a reventar en sus propias caras, hay demasiada gente metida.

—¡Ten cuidado, que el terreno que pisas es muy peligroso! —Le advierte la directora del rotativo.

—¡No te preocupes, que ya soy mayorcito!, además tú sabes que yo no voy de “salvador” por el mundo. Les he pedido a mis “contactos”, que me aclaren varias informaciones sobre cómo va a llegar el primer envío, y en cuanto sepa más cosas te las cuento… ¡Por cierto! Tú podrías por tu cuenta abrir otra línea de investigación con tus “amiguetes”; y luego las cruzamos, ¿qué te parece?

—¡Bien…! Lo haré. —respuesta escueta la que le da, siempre lo hace así, como no dándole importancia al asunto; pero en verdad se pondrá en “cuerpo y alma” a indagar sobre este tema, como hace siempre cuando ve algo noticiable y de actualidad; y éste es uno de ellos. 

—¡Pues bien! Te enviaré el "dossier" con lo que tengo, para que empieces, ¡si lo crees oportuno! —Ahora sí Diego le "da coba" a Dolores—, a realizar estas gestiones, que se te dan tan bien, con tus amigos los jueces de la Audiencia. —Diego sospecha que su “Ex”, sea una especie de confidente de determinados jueces y otros cargos, de los ministerios de Justicia y también Interior.

—¡Me interesa muchísimo! —exclama ahora con más interés que nunca a tener de lo que van hablando—, mándamelo esta misma tarde, cuando me dejes a mí, por un mensajero. Y nada más leerlo me pongo en contacto con “mis amigos"…, ¡como tú dices! 

—¡Hecho, no se me olvidará!

—¡Bueno, pero te repito que tengas mucho cuidado! —aclarado todo, la mujer cambia de asunto—: Y de mujeres... ¿Cómo andas?

—No tengo ninguna fija, ni tampoco me dejo enganchar…

—¿Cómo te va en tu nueva casa? —se interesa su “Ex”.

—¡Bien!, la voy decorando como puedo, tampoco es que me preocupe demasiado.

—Un día que quieras —irónicamente—, te pasas por casa a recoger tus libros...

—¡Ya pasaré!, ¡no me hacen falta!


…A esa misma hora, en otra parte de la ciudad, Bartolomé Colón entra en el pub "El Rey", sin percatarse que no lejos de la entrada, dos hombres lo están observando.

—¿No es ése Bartolomé Colón? —pregúntale uno de ellos a su compañero.

—¡Sí!, ¿qué vendrá a hacer por "El Rey"? —contesta y pregunta en voz alta el policía Antonio Sanchís.

—¿Crees que es quien le suministra al “gallego”?

—No me extrañaría, éste jodido suministra a media ciudad. —comenta Sanchis, quien ahora aún más interesado, presta más atención al tiempo que pueda tardar en salir de “El Rey” y sí lo hace con alguien.

Mientras dentro del pub, Bartolomé Colón se ha acercado hasta la barra y pregunta:

—¡Por favor!... ¿"La Lena"?

La mujer lo mira de arriba abajo, estudiándolo y con cara de “malos amigos”:

—¡La Lena soy yo!, ¿qué es lo que quiere?

—Necesito ver a Antonio Pinilla, ¿le conoce?

—¡Puede ser...! ¿Quién es Vd.? —continuando a la expectativa…

—Me llamo Bartolomé Colón, él ya me conoce... Quiero que le diga que, pase esta noche… ¡Sin falta!, por “La Tarántula”.

—¡De acuerdo!, le haré llegar su mensaje —Recordando que Antonio Pinilla el "Carnicero”, le comentó que quizás le dejarían algún mensaje, procedente de los que les habían contrato para realizar su trabajo.— ¿Qué quiere que le sirva?

—¡Nada gracias, tengo prisa!

Colón sale del pub, los policías siguen observándole desde su coche, convertido en un escondrijo de vigilancia:

—¿Tú crees Sanchis que nos ha visto?

—¡No!, lo que me extraña es que ha estado muy poco tiempo dentro de "El Rey".

—¡Mira por allí vienen Vicente y Luisa! ¡Vamos hacía ellos!

Los policías le cuentan las novedades a su relevo y regresan a Jefatura, donde en la planta sexta está el Grupo 5º, que es al que pertenecen Antonio Sanchís y su compañero, allí tendrá tiempo de relajarse y pensar en estos nuevos acontecimientos que se han producido en su seguimiento...

Transcurrida una hora, en la gran sala que lo alberga a él y a otros, su compañero de guardia hasta hace un rato, regresa con un sobre de fotos y lo busca, no tienen una mesa fija asignada, cada cual se sienta dónde está libre:

—¿Habéis visto a Antonio Sanchís?

—¡Sí está allí! —Señalando.

A lo que el policía va hacia su compañero, sentado frente a una mesa.

—¡Toma Sanchís!, estas son las fotos del otro día que me has pedido.

—¡Gracias Calatayud! —que este es su apellido, por el que se le conoce, recogiéndolas.

—¡Por cierto…! ¿Qué te parece el rollo de la cabeza? —Saca el asunto por hablar de otra cosa, y que además sigue siendo el tema de conversación en la jefatura.

—Un mal rollo... ¿Al final se la llevaron al forense?.

—¡Sí!, pero antes la llevaron al juzgado, para que la viera el juez de guardia; y casi la tira por la ventana del cabreo que pilló.

—¿Quién era el juez? —pregunta Sanchis por mera curiosidad…

—Era la jueza Carmen Arespacochaga, la nueva. ¡Y menuda mala leche tiene la jueza!

—¿Está buena? —sigue Sanchis.

—¡Es un “cardo borriquero”!, no me extraña que la mujer esté soltera. —ahora si se explaya el compañero Calatayud-

—¡Sí!, pero dicen que es muy eficaz en su trabajo, que no se casa con nadie.

—Lo que tú dices…, ¡que no se casa! ¡JA, JA, JA…!  —Riéndose de su broma al tiempo que se aleja de la mesa.

COMISARIA DE POLICIA

Ya sólo, Sanchís destapa el sobre y saca las fotos, las primeras que ve no le dicen nada en especial, pero una de ellas...:

—¡Coño!, ¡ya decía yo que su cara me era familiar! ¡Es el hijo de puta del "Carnicero"! ¡No me jodas que ya lo han soltado!

Las lamentaciones en voz alta de nuestro policía, atraen de nuevo a su compañero de vigilancia:

—¿De qué te quejas tanto?

—Te acuerdas del mamón de la otra noche, el que te dije que su cara me era conocida, ¡pues ya lo recuerdo...!

—¿Y… quién es?

—¡Es el "Carnicero"!... Un hijo de puta que metí en la cárcel hace unos años, cuando estaba destinado en Barcelona.

—¡El "Carnicero", menudo apodo!

—¡El hijo de puta!, partió en pedazos a un camello que trabajaba la zona de Las Ramblas.

—¿Y dónde lo partieron, en plenas Ramblas? —pregunta sin pensar en lo ridículo que parece su duda.

—¡No capullo!, se lo llevaron a una “masía”, y allí el "Carnicero" con una sierra, ¡lo partió en trozos! —explica Sanchís recordando los hechos.

—¿Y cómo lo descubristeis?

—Una puta, que en aquella época era confidente mía, me lo contó.

—¿Y cómo lo sabía ella, también participó?

—¡No, Calatayud, ella no tenía nada que ver! —Evitando comprometerse y pensando que posiblemente había hablado quizás de más, continúa— Uno de los clientes fijos de la “putilla”, era el acompañante del “Carnicero” y que participó en lo que te he comentado, un día medio borracho, cuando estaba jodiendo se lo contó. Cuando había finalizado se dio cuenta de que había “largado” más de la cuenta e intentó corregirlo de la manera más ridícula, intentando sodomizar a la “putilla” para que no memorizase lo dicho anteriormente.

Calatayud, no percatándose de lo absurdo de la explicación que le estaba dando Sanchis, le pregunta:

—¿Y se dejó?

—Digamos que no le dio la oportunidad, le produjo un desgarro y aquí se acabó la fiesta. Tuvo que llamar a una ambulancia y, a partir de ahí se puso en marcha la maquinaria de los “malos tratos”; yo estaba de guardia y me tocó acudir al hospital a tomar declaración a la "putilla", que me contó lo ocurrido y me dijo lo que le había dicho el "cliente" sobre el “Carnicero”. Y también le saqué los datos del mismo, el “sodomizador frustrado”. Ese mismo día lo trincamos y en comisaría lo cantó todo. Al día siguiente cogimos al Antonio Pinilla, alias el “Carnicero”.

Se ve que lo de la “sodomización” no funcionó... —Siguiendo con esta parte de la broma en todo lo narrado al compañero Calatayud, quien parece seguir sin enterarse de que lo de la “sodomización” fue por otras causas, y desde luego no lo hizo el “cliente” con la intención de borrarle la memoria a la mujer... ¡Un poco soñador el colega Calatayud…!, quien aún en “Bavia” le pregunta a Sanchis:  

—¿Y quién es éste? —Refiriéndose al nombre pronunciado de Antonio Pinilla:

—¡Éste capullo, es el "Carnicero"! ¿Lo que no entiendo es cómo anda ya suelto?

—No te extrañe, ya sabes, buena conducta, reducción de condena y a los diez años o antes a la “puta” calle y a matar de nuevo.

—¿Y qué coño habrá ido a buscar a “El Rey”? —pregunta Sanchís volviendo al asunto de la fotografía tomada días atrás.

Quien (Calatayud) contesta y siguiendo con su manía de “atar cabos”, entre los casos pasados con hechos recientes y que están pendientes de resolución, una afición que le sirve para desarrollar su faceta de investigador, emulando a famosos detectives:

—¡Vete tú a saber! Lo que no me extrañaría es que, tuviera algo que ver con la cabeza que encontraron los pescadores entre las rocas. —Y parece que… esta vez ha dado en el clavo con esta hipótesis:

—¡Coño es verdad, es su estilo! Ponte en contacto con Barcelona y averigua cuando salió de “La Modelo” (la cárcel), todo lo que sepan de éste hijo puta nos ayudará, yo voy a contárselo a Lucas, para que nos pase el caso. —Reaccionando así Sanchis.


…En otro lugar, por la noche, en la pequeña oficina de “La Tarántula”, Bartolomé Colón comprueba que su recado ha llegado a su destinatario, el enviado a “La Lena”:

—¡Pasad Pinillas y sentaros! —invitando Colón a sus buscados y ya conocidos visitantes del otro día.

—¿Espero que estés contento? —pregunta Antonio Pinilla buscando confirmación a su pregunta-

—La verdad es que la cosa ha funcionado, aunque... No esperaba que lo descubrieran tan pronto, pero bien...

—¡Es culpa de éste, que no tiró con fuerza el saco! —El “Carnicero” siempre culpa a alguien de digamos… sus “fallos”— Pero, ¿para que nos has hecho venir, nos has pillado por los pelos?

—Tengo otro encargo para vosotros.

—¡Mira Colón, de momento no nos interesa! ¡Búscate a otro, no nos conviene ahora menearnos mucho!

—Antonio… ¡Os pagaré bien!, además… ¡Me gusta como trabajáis!

—¿A cuánto te refieres?

—¡Treinta mil euros…!

—¿Y de qué se trata el trabajo? —No le ha desagradado la nueva oferta al Antonio.

—Tengo un camello maricón, que suministra "Lagrimas de Cristo", como él lo llama… y desde hace un mes se me hace el loco, ¡no cumple! ¡Y ya me tiene hasta los cojones! He decidido quitármelo de en medio y ya cobraré del encargado de su club, al mismo tiempo, ¡me servirá de escarmiento también, para el resto de gilipollas que me distribuyen!

—¿Qué tiene un club de tías?

—¡Tiene un club de maricones!, el jodido vende papelinas a todos los maricas de la ciudad —aclara Colón—. Pero él, trabaja como tapadera de conserje de noche en un hotel de poca monta, así despista a la “pasma” y no le pueden trincar.

—¡No tiene un pelo de tonto el “jodío” maricón! —Este encargo me empieza a gustar.

—¡Lo que no tiene es palabra! Y aunque he ganado mucha pasta con él. ¡Ya lo he decidido!

—¿Esta noche está en el Hotel donde trabaja? —pregunta el “Carnicero”, su cerebro ya empieza a maquinar como lo va a liquidar.

—¡Sí!, esta noche está, el único día que no está es el domingo.

—Como veo que tienes mucho interés, vamos a hacer el trabajo. ¿Dime dónde está el hotel?

—Se llama Hotel "Tres Playas", pero lo mejor es que os haga un plano, así os será más fácil encontrarlo. —Y Colón les dibuja el trayecto más fácil y la ubicación del hotel, el "Carnicero" recoge y dobla el papel guardándoselo.

—¡Y ahora el dinero! —sigue con su costumbre de cobrar los encargos por adelantado.

Colón saca de su cajón los treinta mil euros en fajos de billetes, en esta ocasión sólo de 500 €. y se los entrega al "Carnicero", quien los guarda en sus dos bolsillos. En esta ocasión no puede hacer que Ángeles los cuente, ya que no los acompaña a esta cita. 

—¡Esta misma noche haremos el trabajo! —afirma Antonio Pinilla.

—¡Tan pronto!... ¡No viene de un día! —puntualiza Colón.

—¿Hay algún problema?

—¡No, ninguno!, si lo queréis hacer esta noche... me parece bien.

Acordado el encargo, Colón acompaña a los hermanos hasta la salida. El "Carnicero" con sus abultados bolsillos y su hermano, que en todo momento no se ha pronunciado, marchan hacía fuera de la disco.

En la entrada de la sala, Colón se encuentra con su jefe de seguridad, los hermanos Pinilla siguen su camino...

—¿Cómo va la noche Benito?

—¡Bien, no hay ninguna novedad Señor Colón!

—¡Por cierto! ¿Qué ocurrió el otro día, cuando volvió uno de estos sulfurado? —En alusión al "Carnicero", que ya había desaparecido de la entrada.

—¡Sí...! Me lo contó Quiñonero, un pequeño incidente que no tiene importancia.

No se queda contento el jefe con esta respuesta, quiere saber todo lo sucedido:

—¿Y quién era el que se metió con la mujer?

—Eran unos amigos míos, pero le repito que tampoco había para tanto.

—¿Quiénes eran? —cambiando su tono, cosa que hace al estar cabreado por la manera en que le está dando largas,

—¡No creo que Vd. los conozca! —pero lo piensa mejor y cambia de aptitud—. Uno trabaja en el Juzgado… y el otro es un periodista que se llama Diego.

—¡A Diego le conozco!, es un pedazo de cabrón que últimamente me está tocando los cojones… ¿Qué es lo que vinieron a hacer por aquí?

Benito duda, preferiría no tener que contestar, más…:

—¡Nada importante!, vinieron a saludarme.

—¡Benito te conozco y sé cuándo mientes! —el jefe acaba de “explotar”— ¿Dime de una puta vez que es lo que querían esos dos cabrones?

—Preguntaban por "IVONNE", la han encontrado muerta en un piso.

—¿La "IVONNE"? —pregunta muy sorprendido por ello.

Benito nota en Colón que su cara se sonroja. Por su experiencia de años, intuye que Colón oculta algo, como sorprendido por la noticia, no entiende que no haya leído los periódicos, o de hacerlo, que no se haya interesado antes por el caso, En verdad parece como si fuera en este momento en el que se acaba de enterar de lo del descubrimiento de su cadáver—: ¿Y te dijeron el tiempo que llevaba muerta la mujer?

Benito sin profundizar en el asunto pero ironizando, sigue la conversación y le responde:

—Unos seis meses… ¡Justo el tiempo que hace que no viene a verle a Vd.!

—¡Y tú...! ¿Qué le dijiste a ese amigo tuyo del Juzgado?

Benito aprovechando la debilidad en este asunto de Colón y apuntilla:

—¡¡¡La verdad!!!! ¡Que venía por aquí casi cada noche y que salía algunas veces con Vd.! ¡No les he dicho nada que no sea cierto!

—¡Tú eres un gilipollas! ¿Quién coño te manda a ti hablar tanto? ¡Te tenías que haber metido la lengua en el culo!, ¡gilipollas!

Quiñonero, empleado y familiar de Benito, desde unos pasos previos a la entrada de “La Tarántula”, disfruta de la bronca que Colón le está dando a su jefe. Observa como éste las acepta...

—¡Mañana mismo te encargas de darle un toque a ese amigo tuyo, el del juzgado!

—¡No creo que sea una buena idea, señor Colón!

—¡No te he pedido tu opinión! ¡Te he dado una orden, y procura cumplirla o te puedes despedir de este trabajo! ¡Entendido!

—¡Sí señor Colón, entendido!

FIN DEL CAPÍTULO VI

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