R E L A T O S (Egipto)
Papiro de Leningrado
R E L A T O S (Egipto)
Papiro de Leningrado
“La Historia del Marinero Náufrago” escrita hace 4000 años, nos cuenta el primer naufragio narrado
HISTORIA DEL MARINERO NAÚFRAGO
Entonces el compañero excelente (amigo) dijo:
—Que tu corazón se alegre, ¡oh Príncipe!
¡Mira! Hemos llegado a casa; el mazo ha sido cogido y se ha golpeado la estaca de amarras, las gracias han sido dadas y el Dios ha sido adorado.
Cada hombre ha abrazado a su compañero; nuestra tripulación ha llegado en buenas condiciones, sin pérdidas para nuestra tropa y hemos llegado al final a Uauat, tras sobrepasar Senmut.
¡Mira! Nosotros venimos en paz y hemos llegado a nuestra tierra. Escucha, ¡oh maestro!, no exagero. ¡Lávate!, vierte agua sobre tus dedos.
¡Ojalá que tú respondas a sus preguntas! Hablarás al soberano con el corazón en tu mano y responderás sin balbucear, la palabra del hombre es lo que le salva, su palabra puede conseguir indulgencia hacia él.
¡Haz lo que desees; me cansa hablar contigo!,
—me dijo mi amo.
Te contaré algo semejante que me ocurrió a mí mismo:
«Fui a la mina del soberano por mar, en un barco de 120 codos, 14 de eslora y 40 codos de manga, con 120 marineros de entre lo más selecto de Egipto. Ellos oteaban el cielo y la tierra. Eran de corazón más valiente que los leones. Sabían predecir la tormenta antes de que hubiera venido y el mal tiempo antes de que hubiera aparecido. Una tormenta se desencadenó mientras nosotros estábamos en el mar, antes de que alcanzáramos la tierra. El viento arreció y la tormenta mostró su fuerza y una ola de 8 codos me golpeó.
Fue una madera la que aplacó la fuerza de las olas.
Entonces el barco naufragó con todos los que estábamos en él.
Fui arrastrado hacia esta isla por una ola del mar. Pasé tres días solo, mi corazón como único compañero. Dormí en el interior de una cabaña y abracé la sombra del día.
Estiré mis piernas para ver lo que comería y encontré higos, uvas, todo tipo de verduras, excelentes ellas; higos de sicomoro verdes y maduros, melones como si hubieran sido cultivados; también había peces y aves. No había nada que no estuviera en su interior.
Me sacié y coloqué en tierra lo que había recogido, por ser demasiado para mis brazos. Corté un palo para hacer fuego e hice un holocausto (sacrificio) para los dioses.
Entonces, oí un ruido atronador y pensé que eran las olas del mar. Las ramas se quebraban y la tierra temblaba. Descubrí mi cara y vi que era una serpiente que venía hacia mí; media 30 codos, y su barba era más grande que 2 codos, sus miembros recubiertos de oro y sus cejas de verdadero lapislázuli.
Estaba erguida hacia delante y abrió su boca hacia mí. Mientras tanto, yo estaba sobre mi vientre en su presencia. La serpiente me habló:
—¿Quién te ha traído? ¿Quién te ha traído, hombre? ¿Quién te ha traído? Si te demoras en decirme quien te ha traído a esta isla, haré que te reconozcas en tus cenizas, siendo tú convertido en alguien que no se ve.
—Tú me hablas y no lo comprendo. Estoy frente a ti y he perdido el conocimiento.
Entonces ella me puso en su boca y me llevó a su morada y me dejó sin golpearme. Quedé ileso, como si nadie me hubiera agarrado. Abrió su boca hacia mí mientras yo estaba sobre mi vientre en su presencia. La serpiente me habló:
—¿Quién te ha traído? ¿Quién te ha traído, hombre? ¿Quién te ha traído a esta isla del
mar, que sus orillas son agua?
Entonces le respondí, con mis brazos doblados en señal de respeto en su presencia:
—Esto soy yo. Estaba descendiendo hacia la mina en una misión del soberano, en un barco de 120 codos de eslora y 40 codos de manga con 120 marineros entre lo más selecto de Egipto.
Ellos oteaban el cielo y la tierra. Eran de corazón más valiente que los leones. Predecían la tormenta antes de que hubiera venido y el mal tiempo antes de que hubiera aparecido. Cada uno de ellos era de corazón más valiente y de brazo más fuerte que su compañero. No había entre ellos ningún incompetente. La tormenta se desencadenó mientras nosotros estábamos en el mar, antes de que alcanzáramos tierra. El viento arreció y la tormenta mostró su fuerza y una ola de 8 codos me golpeó. Fue una madera la que aplacó la fuerza de las olas. Entonces el barco naufragó con todos los que estábamos en él; no quedó nadie sólo yo. ¡Mira!, yo estoy junto a ti; fui traído a esta isla por una ola del mar.
Entonces la serpiente me habló:
—¡No temas! ¡No temas!
Hombre: que no palidezca tu cara. Tú llegaste a mí. ¡Mira!, un dios ha permitido que tú vivas, quien te trajo hacia esta isla del Ka.
Nada existe que no esté en su interior, está llena de todo lo bueno. ¡Mira!, tú completarás mes tras mes, hasta sumar cuatro meses en esta isla y un barco vendrá de Egipto con marineros que tú conoces, te irás con ellos hacia el hogar y morirás en tu ciudad.
¡Qué alegre está quien cuenta lo que ha hecho cuando se supera lo malo!
Yo te contaré algo semejante, lo que me ocurrió en esta isla:
««Yo estaba en la isla con mis hermanos, entre los cuales había niños. Nosotros éramos 75 serpientes procedentes de lo engendrado por mí, junto con mis hermanos. Sin mencionar a mi hija pequeña llegada a mí gracias a las oraciones.
Entonces una estrella cayó y ellos ardieron; sucedió, ciertamente, que yo no estaba entre ellos. ¡Creí morir por ellos! Los encontré como un montón de cadáveres»».
—Si eres fuerte y controlas tu corazón, abrazarás a tus hijos, besarás a tu mujer y verás tu casa, es lo mejor que hay. Llegarás a Egipto y estarás con tus hermanos.
—Yo, ciertamente, seguía estirado sobre mi vientre, y toqué con la frente el suelo en su presencia. Y entonces yo le hablé:
Explicaré de tu poder al soberano e informaré de tu grandeza. Haré que se traigan para ti láudano, hekenu, iudeneb y jesait, e incienso de los templos para satisfacer a cada dios.
Explicaré, ciertamente, lo sucedido de entre lo visto por mí, de tu poder. Se harán alabanzas a ti en la ciudad, en presencia del consejo de magistrados de Egipto. Sacrificaré para ti bueyes por medio de un holocausto, habiendo sacrificado para ti aves. Haré que se te traigan para ti barcos cargados con todas las riquezas de Egipto, como se hace a un dios que ama a la gente en una tierra lejana y que la gente no conoce.
Se rio de mí, de lo que yo había dicho: le parecía una estupidez. La serpiente me habló:
—Tú no tienes bastante mirra, aunque te conviertas en el señor del incienso. Verdaderamente yo soy el Señor de Punt y la mirra me pertenece. Aquel hekenu que tu dijiste sería traído, es abundante en esta isla. Entonces sucederá, ciertamente, que tú te alejarás de esta isla y no la volverás a ver, porque se transformará en agua.
Aquel barco vino, como había predicho la serpiente antes. Fui y subí a un árbol alto y reconocí a los que estaban en él. Fui a informarla, pero resulta que ya lo sabía. Me habló:
—Ve en paz, vete en paz, hombre, a tu casa, verás a tus hijos. Haz que yo tenga un buen nombre en tu ciudad. ¡Mira!, estos, mis bienes, te pertenecen.
Entonces me tendí sobre mi vientre, estando mis brazos extendidos en su presencia. Me dio un cargamento de mirra, hekenu, iudeneb, jesait, alcanfor, shaaseju, galena, colas de jirafa, terrones de incienso, grandes cantidades de incienso, colmillos de marfil, perros de caza, macacos, babuinos y todas las riquezas valiosas. Lo cargué en el barco.
Sucedió entonces, cuando yo estaba sobre mi vientre para dar las gracias al dios, que me habló:
—¡Mira!, llegarás a casa en dos meses, abrazarás a tus hijos, rejuvenecerás en tu hogar hasta tu entierro.
Entonces bajé a la orilla, cerca del barco y llamé a la tripulación. Di alabanzas sobre la orilla para el señor de la isla y ellos hicieron lo mismo.
Navegamos hacia el norte, hacia la Residencia Real, y llegamos a casa en dos meses, todo como había dicho la serpiente.
Me presenté ante el soberano y le ofrecí los tributos (regalos) que había traído de la isla. Él dio gracias al dios, en presencia del consejo de magistrados de Egipto.
Fui nombrado compañero y me dotó con esclavos».
¡Mírame! después de alcanzar tierra, después de lo que he visto y lo experimentado por mí. ¡Escúchame!, ¡mira!, escuchar es bueno para la gente.
Entonces mi maestro me dijo:
—No sigas, mi excelente amigo. ¿Se le da agua a un ganso al amanecer cuando va a ser degollado durante la mañana?"
Colofón: Ha acabado, desde el comienzo hasta el final como lo que se hubo encontrado escrito, en el papiro del escriba de hábiles dedos, Ameny hijo de Amenaa, que viva, sea próspero y tenga salud.
FIN
Un cuento muy antiguo contado por Maribel Oliver para Queseenteren
PAPIRO DE LENINGRADO 1115 y “LA TIERRA DE PUNT”
Esta historia que nos narra el naufragio y lo que posteriormente le ocurrió a este servidor del faraón, en la isla donde logró llegar apoyado en un madero. Nos ha llegado gracias a uno de los
habituales trabajos de prácticas de escritura, que hacían los pretendientes a escribas. Éste lo hizo un joven, llamado “Ameny, hijo de Amenaa”, y se autodefine en el colofón del documento, como “escriba de hábiles dedos”.
A este papiro en el que consta la historia del “Náufrago del Antiguo Egipto”, se le conoce como “Leningrado 1115”, y que se encuentra en el Museo Imperial, en San Petersburgo, Rusia.
No se sabe como llegó a parar a este museo, lo descubrió entre otros muchos papiros, en 1881, el egiptólogo ruso Vladimir Golénishcheff.
Según los historiadores, los sucesos narrados, ocurrieron aprox. en el año 2.200 a.C., o sea, hace más de 4.000 años.
Está escrito en “hierático”, y hay transcripciones en jeroglíficos.
La escritura hierática permitía a los escribas del Antiguo Egipto, escribir de forma rápida, simplificando los jeroglíficos cuando lo hacían en papiros, y estaba íntimamente relacionada con la escritura jeroglífica. Fue la escritura utilizada en textos administrativos y religiosos.
LA TIERRA DE PUNT
La Tierra de Punt se convirtió en el socio comercial más importante durante el reinado de la reina Hatshepsut (1479-1458 a. C.). Desde el período dinástico temprano (c. 3150-2613 a. C.) hasta el reinado de Hatshepsut, se hizo referencia a Punt como la "tierra de la abundancia" que abastecía a Egipto con muchos de sus bienes más importantes. La expedición de 1493 a. C. enviada por Hatshepsut trajo oro y marfil, así como treinta y un árboles de incienso vivos para trasplante. Este es el primer trasplante registrado de fauna extranjera en la historia. Los académicos continúan debatiendo sobre dónde estaba realmente la Tierra de Punt o en qué se ha convertido, aunque parece claro que la Somalia actual era el lugar donde estaba.
Después de Hatshepsut, Punt fue siendo olvidada por los habitantes de Egipto, hasta que se convirtió en una tierra semi-mítica que eventualmente llegó a ser vista como el origen de la cultura egipcia y la tierra de los dioses.
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